lunes, 7 de octubre de 2013

El mar de los sueños

Cierro los ojos,

Abro los pulmones,

Los abro más,

Se elevan los hombros,

Mente en blanco,

Se vacían los pulmones y el alma sigue al viento…


Mi inocencia la guarde en un frasco pequeño, por allá al cumplir los 21. Los buenos haceres, los quereres, la confianza ciega, arrojados al mar en búsqueda de una lejana playa, a salvo de manos que no las pudieran ya malversar. Por este mar flotan a la deriva los sentimientos de otros hombres, que desde la costa catalejo en mano, se buscan así mismos pero sin verse los unos a los otros, sin tocarse, corriendo al azar a lanzar por la borda todo aquello que hace que la vida merezca la pena.

En el mundo de los locos, un velero azul celeste y de cristal cruza el mar de los sueños.

Pero nadie se atreve a saltar al agua. Mientras, los frascos se hunden con el tiempo, sus corazones se funden como el hielo, y las vidas se les escapan entre los dedos.

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