lunes, 30 de mayo de 2011

No voy a apagar la luz

Ni quiero bajar la persiana

De momento me escapo

luces de ciudad, humo, o bruma

son mi tabla de salvación

aunque ten claro que por poco tiempo

porque te confieso, mancha de humedad (tú lo sabes bien, pues me ves aquí sentado todas las noches)

que tengo miedo de quedarme a oscuras


De momento estoy de pie

sin embargo, no basta para poder caminar

tampoco me esperan en ningún sitio

te lo digo por si se te ocurre preguntar

y si te empeñas en saber de dónde partí

sí que tengo noticias

pero no las voy a compartir contigo

asquerosa y sucia mancha de humedad


no insistas,

no voy a meterme ahí dentro

si apago la luz y me tapo

sabes muy bien lo que pasa

que o me ahogo, o me meo


en cualquier caso, prefiero desvanecerme

me fundo, me caigo, me hundo

y prefiero desaparecer


que seguir(no ser, no vivir), aquí.

viernes, 27 de mayo de 2011

El lamento del vampiro

Arrastrando su oscura capa, en silencio, y proyectando una fantasmagórica sombra que se dibujaba sobre las paredes del castillo de Transilvania, en la soledad más absoluta, Ludvig el vampiro atravesaba uno a uno los muchos corredores en busca de algún lugar en el cuál dejar en reposo su sucia, vacía e inmortal alma.

Las aves coreaban puntuales el fin del ocaso, cumpliendo así su eterno compromiso con el astro rey, mientras tanto, las criaturas de la noche arrastraban sus mortales carcasas en busca de una guarida en la que poder mantenerse alejados de toda aquella algarabía matinal y sobretodo de la inmisericorde mano ardiente del dios sol.

Nadie oía, sin embargo, el lamento del vampiro.


(y sigue con un trozo original de panero)


Vosotros, todos vosotros, toda

esa carne que en la calle

se apila, sois

para mí alimento,

todos esos ojos

cubiertos de legañas, como de quien no acaba

jamás de despertar, como

mirando sin ver o bien sólo por sed

de la absurda sanción de otra mirada,

todos vosotros

sois para mí alimento, y el espanto

profundo de tener como espejo

único esos ojos de vidrio, esa niebla

en que se cruzan los muertos, ese

es el precio que pago por mis alimentos.