Volviendo hace un rato en el autobús de Zaragoza a Barcelona, iba leyendo algunos artículos relacionados con mi trabajo. Yo soy científico, me dedico a estudiar los procesos cognitivos que subyacen a la formación de sensaciones a partir de la información provista por las diferentes modalidades sensoriales (blablabla...) Esta es normalmente la explicación que doy cuando alguien me pregunta que qué investigo, sin embargo también hay otra forma de entender la importancia última y principal de aquello a lo que tantas horas dedico. Esto no va a ser ejercicio poético, sino mas bien de reflexión:
El poder de la sensación
La sensación es lo que nos conecta a la vez que nos separa del mundo, es aquello que nos moldea haciéndonos conscientes de nuestra existencia basada en la experiencia única. Son las olas transformando intermitentes el malecón y es fuente de placer y de dolor. La búsqueda de sensación al fin y al cabo termina por convertirse en la única voluntad del hombre. Oler, tocar, ver, saborear y escuchar no es nada más que convertir señales físicas o químicas del mundo en señales químicas que nosotros (qué coño somos nosotros aparte de un cúmulo de sensaciones?) podamos interpretar, pero también es mancharse de realidad, ser animales y no meras máquinas pensantes. La sensación es la conexión ahora mismo con el mundo, nuestro lado empírico y son las sombras en la caverna de platón. La sensación es aquello que yo trato de palpar como científico y de abarcar como ser humano.
Si Descartes decía pienso, yo diría, siento, luego existo.
alex
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